Cómo reconocer una empresa tóxica… y qué hacer para salir huyendo

El trabajo ocupa una parte enorme de nuestra vida y, obviamente, todos y todas necesitamos comer. Pero no todo vale. Hay empresas donde el ambiente laboral, las prácticas de gestión y las condiciones de trabajo erosionan la salud física y mental de quienes trabajan allí. Son las llamadas empresas tóxicas. Reconocerlas a tiempo es clave para protegernos… y para organizarnos.

1. Señales de que estás en una empresa tóxica

No hablamos de un mal día puntual o de un conflicto aislado: hablamos de patrones sistemáticos. Situaciones o conductas que se repiten a diario y que resultan, digamos, «llamativas». Aquí algunas señales claras e inequívocas de que tu empresa es tóxica:

  1. Desprecio sistemático por los derechos laborales
    • Retrasos o errores recurrentes en nóminas.
    • Horas extra sin pagar ni compensar.
    • Contratos fraudulentos o categorías profesionales más bajas que las funciones reales.
    • Negativa sistemática a derechos básicos como vacaciones, teletrabajo o permisos retribuidos.
    • Aplicar tablas salariales correctas solo tras una sentencia, y pagar atrasos apurando plazos.
    • Ocultar datos clave en contratos, dificultando la transparencia y favoreciendo discriminaciones.
    • Reincorporar tarde —o no reincorporar— a quienes ganan juicios por despidos colectivos.
  2. Cultura del miedo
    • Amenazas veladas del tipo “hay cien personas esperando tu puesto”.
    • Expedientes o sanciones como herramienta de control.
    • Plazos mínimos para responder a acusaciones internas, imposibilitando la defensa.
    • Cambios en condiciones justo tras maternidad, enfermedad o bajas largas.
    • Aislar y sobrecargar a personas reincorporadas, hasta forzarlas a marcharse.
    • Feedback utilizado para justificar expedientes y despidos, en lugar de para mejorar.
  3. Comunicación manipuladora o engañosa
    • Promesas incumplidas de promoción o mejoras.
    • Cambios unilaterales en funciones, horarios o condiciones.
    • Planes o protocolos registrados solo para aparentar, sin aplicarlos.
    • Uso de la imagen de igualdad o diversidad como escaparate mientras se incumplen compromisos.
    • Inventar “necesidades de servicio” para denegar conciliaciones.
    • Presentar cambios drásticos como “ajustes menores” para evitar su negociación.
  4. Sobrecarga y ausencia de conciliación
    • Ritmos inhumanos y disponibilidad total disfrazada de compromiso.
    • Penalización indirecta a quienes solicitan reducciones de jornada o permisos.
    • Nuevas tareas y herramientas sin formación previa.
    • Exámenes o pruebas sin relación con la categoría profesional ni con la retribución.
    • Uso simultáneo de decenas de herramientas y procesos sin formación adecuada.
    • Incrementar drásticamente la carga de trabajo sin negociación, duplicando o triplicando objetivos.
    • Acumular tareas y operativas de distintos departamentos sin ampliar plantilla.
  5. Aislamiento y división entre la plantilla
    • Competencia desleal fomentada entre compañeros.
    • Favores y castigos repartidos de forma arbitraria.
    • Boicot a la acción sindical o a las asambleas.
    • Promociones por amiguismo y figuras de “coordinador” sin reconocimiento real.
    • Manipulación de actas y mensajes para enfrentar a la plantilla contra quienes denuncian.
  6. Menoscabo de la seguridad y salud
    • Inacción ante denuncias de acoso.
    • Ocultación de resultados de evaluaciones de riesgos psicosociales.
    • Corrección de deficiencias solo tras la presión sindical o de inspección.
    • Medidas preventivas aplicadas de forma rígida y contraria a su finalidad.
    • Requerimientos oficiales ignorados durante meses o años.
    • Protocolos pospuestos indefinidamente para no actuar.
    • No evaluar ni prevenir riesgos derivados de la sobrecarga, el estrés o la desigualdad en el reparto de tareas.
Claro ejemplo de empresa tóxica

2. Riesgos para tu salud

El daño que provoca una empresa tóxica no se limita al bolsillo —aunque, por lo general, sus salarios son bajos y cualquier mejora llega solo por obligación legal—. El verdadero coste se mide en salud.

Quienes trabajan en este tipo de entornos suelen padecer:

  • Estrés crónico y ansiedad que no desaparecen al salir de la oficina.
  • Alteraciones del sueño: insomnio, despertares continuos o fatiga permanente.
  • Problemas físicos como dolores musculares, gastritis, hipertensión o migrañas.
  • Sensación constante de impotencia, frustración y pérdida de autoestima.

En España, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) obliga a evaluar y prevenir los riesgos psicosociales. Sin embargo, en las empresas tóxicas esta obligación se ignora o se cumple de forma meramente formal: evaluaciones incompletas, hechas a regañadientes y solo cuando un sindicato combativo lo arranca mediante denuncias. Y, aun así, rara vez se aplican medidas reales para cambiar la situación.


3. Qué hacer si trabajas en una empresa así

  1. Documenta todo
    • Guarda correos, mensajes, partes de trabajo y nóminas.
    • Anota incidentes con fecha, hora y testigos.
    • Y graba, graba todo el rato, graba todo lo que puedas. De hecho, si puedes, lleva una grabadora activa toda tu jornada laboral.
  2. Busca apoyo colectivo
    • Contacta con la sección sindical de la CGT en tu empresa, sector o territorio.
    • Participa en asambleas y comparte información.
    • La unión de la plantilla es la herramienta más poderosa frente al abuso.
  3. Conoce tus derechos
    • Revisa tu convenio colectivo.
    • Infórmate sobre procedimientos ante Inspección de Trabajo.
    • Si hay acoso, estudia la vía judicial (Estatuto de los Trabajadores, Ley de Igualdad, etc.).
  4. Planifica tu salida
  5. Denuncia
    • La Inspección de Trabajo puede actuar de oficio si recibe denuncias.
    • Los sindicatos pueden impulsar denuncias colectivas para proteger a quienes las presentan.

4. Recuerda: el problema no eres tú

En una empresa tóxica, la estrategia habitual es culpar a la persona trabajadora (“no te adaptas”, “eres conflictivo/a”, “no tienes actitud”). Es una forma de manipulación.

No eres tú, te lo aseguramos. Que el paso por una empresa tóxica no mine tu autoestima ni te haga sentir que no vales. No es la realidad. Posiblemente tu único problema sea que no eres un sociópata con ínfulas, dispuesto a todo por una palmadita en la espalda del jefe. Tienes principios, y eso en una empresa tóxica es algo que suele estar muy mal visto.


El problema es un modelo empresarial basado en el abuso. Y ante eso, hay dos caminos: organizarse para cambiarlo… o salir huyendo antes de que te destroce.


En CGT creemos que la mejor defensa contra la toxicidad laboral es la acción colectiva. Si detectas alguna de estas señales, no te aísles: habla, organízate y haz valer tus derechos.

Recuerda que todo lo que nos cuentes quedará entre tú y nosotros. No se lo vamos a contar a la empresa, salvo que tú nos pidas expresamente que lo hagamos. Tu identidad está a salvo.

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