¿Puede la empresa controlar mi trabajo vía software?

 

Nos tememos que la respuesta es sí. Sí puede… pero con condiciones. Para empezar, sólo podrá instalarse este tipo de software en equipos que sean propiedad de la empresa. Es decir, que si por causa del teletrabajo estás utilizando tu propio ordenador, la empresa no podrá instalar ningún software en el mismo que tú no autorices. Lógico, para algo es tu ordenador. 

 

En segundo lugar, la empresa tiene que informar al trabajador con detalle de lo que hace el software elegido, sin necesidad de conformidad por parte del trabajador para su instalación, eso sí. También será necesario que informe de las consecuencias de no hacer un uso correcto de los equipos de trabajo. 

En tercer lugar, es necesario que la empresa establezca un protocolo, previa consulta a la RLT (artículo 64.5 del EdT). La Agencia Española de Protección de Datos  establece cuatro criterios a la hora de determinar si esas prácticas son o no apropiadas: la necesidad (a justificar por el tipo de actividad realizada por el trabajador), la idoneidad (que no existan alternativas menos intrusivas para conseguir el mismo resultado), la proporcionalidad (que el fin a conseguir sea proporcional a la intrusión a la intimidad que se realiza) y la transparencia (que el empleado sepa que está siendo controlado y cómo).  

 

En cualquier caso, ante un despido por esta causa, siempre se debería recurrir el mismo. ¿Por qué? Lo primero porque dudamos mucho que esta empresa haga las cosas bien, la verdad. Hemos visto muchas cosas y ya nos conocemos, raro es que se hagan las cosas bien y respetando la legalidad en esta empresa. Lo segundo, porque no hay alternativa peor. Es decir, una vez que te han despedido, ¿qué tienes que perder? Nada. Pues eso, que de perdidos al río. Y lo tercero, porque no todo es tan crudo como parece. Hay sentencias que contemplan que enviar un email personal o consultar el saldo bancario no es motivo de despido, por mucha aplicación de monitoreo que haya. Es decir, que las cosas no son blancas o negras, hay matices y esos matices los decide únicamente un juez. Así que nunca hay que darlo todo por perdido y siempre hay que gastar la última bala.

 

 

 

 

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