Cómo defenderse de las mutuas
Las mutuas son la pesadilla de cualquier persona trabajadora que tenga una incapacidad temporal. Básicamente son entidades médicas al servicio de las empresas, que viven de hostigar a los trabajadores y trabajadoras para que se den de alta y que intentan a toda costa que nada sea declarado enfermedad profesional. Existen auténticas historias de terror relacionadas con las mutuas… y es que, cuando está en manos privadas, tu salud pasa a ser un negocio.
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La enfermedad profesional
Es muy habitual que las mutuas intenten a toda costa que tu enfermedad no sea catalogada como profesional. ¿Por qué? Pues básicamente porque les toca pagar y eso no les gusta. A ti, como persona trabajadora, obviamente te interesa porque se cobra bastante más.
Por lo general, las enfermedades profesionales están catalogadas y para cada profesión hay una serie de enfermedades reconocidas, aunque no es nada fácil lograrlo. Un ejemplo de esto es lo que sucedió con el amianto y los trabajadores de Metro.
Pero claro, hay enfermedades que no están reconocidas y, aún así, son directamente causadas por el trabajo. Y el artículo 156 de la LGSS dice textualmente: «Se entiende por accidente de trabajo toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena».
Es decir, un infarto o un ictus sufridos en el puesto de trabajo serían catalogados como accidente de trabajo, aunque no sean un accidente como tal. Hay muchas sentencias sobre este asunto, sobre todo ahora que ha entrado el juego el teletrabajo, en las que se reconocen cosas como que un infarto sufrido en casa mientras se teletrabaja se considera accidente laboral. Hasta aquí todo está bastante nítido.
Ahora bien, ¿y si lo que tengo es ansiedad o depresión derivada de mi actividad laboral? Por ejemplo porque sufro acoso laboral, que es algo bastante frecuente en nuestro país. Pues en este caso, mucho nos tememos que conseguir que la mutua te dé la baja va a ser prácticamente imposible.
¿Cómo se financian las mutuas?
Básicamente del dinero que cada mes te retienen en la nómina, las famosas contingencias profesionales. Son organismos privados con financiación pública, lo cuál es el caldo de cultivo perfecto para montar un chiringuito en manos privadas que se dedique a hostigar a la clase obrera y a llenarse los bolsillos a su costa.
Para que se entienda bien por qué les cuesta tanto a las mutuas dar bajas por contigencias profesionales (accidentes de trabajo), hay que saber que en este supuesto son las propias mutuas las encargadas de pagar la atención sanitaria y el salario percibido por la persona trabajadora durante la baja. Sin embargo, en el caso de que se trate de contigencias comunes (incapacidad temporal), se haría cargo la Seguridad Social de todo.
Cómo conseguir la baja
Lo más fácil es acudir al médico de cabecera. La Seguridad Social lo que tiene de momento es que es pública y carece de interés ninguno en sacar beneficio de tu enfermedad, así que si necesitas una baja, tu médico de cabecera te la dará sin ningún problema. Además, si es el médico de cabecera quien te da la baja, también ha de ser quien te dé el alta. Y, aunque la mutua con toda probabilidad te llame para acosarte y «empujarte» a pedir el alta, incluso aunque proponga que te den el alta, la última palabra la sigue teniendo tu médico de cabecera. Nadie más te puede dar el alta y nadie más puede decidir que te has recuperado. ¿Y cuál es el truco aquí? Reclamar a posteriori que esas contingencias comunes sean declaradas como contingencias profesionales.